Los vergonzosos incidentes suscitados el fin de semana en el estadio Cementos Progreso, tras el juego entre Comunicaciones y Marquense, dejaron en evidencia la frágil logística de seguridad en la mayoría de escenarios deportivos del país.

Esta vez fueron más allá, porque los vándalos agredieron a los futbolistas del club del que dicen ser seguidores. Malas réplicas de bandas sudamericanas disfrazados de barras.

Si bien es cierto que la directiva Crema deportivamente no supo armar un equipo competitivo, y que llevó futbolistas de baja calidad, en este caso nada justifica la violencia sobre los futbolistas, algunos incluso referentes del equipo.

La violencia es recursos de incapaces. No hay de otra.

La Liga Nacional de Fútbol tenía la oportunidad de marcar un precedente, pero otra vez se lavó las manos y se apegó literalmente a un paupérrimo reglamento hecho entre los mismos juzgados.

El día que hayan fallecidos en un campo, seguramente también se harán los locos…

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