Hace exactamente un año, estaba en México, cubriendo el Premundial Sub-20 de la Concacaf. Era una jornada intensa, pero ese día tenía un peso especial. Madrugamos para ver competir a Jean Pierre Brol en la final olímpica de foso masculino. La cita era en París, pero la emoción se sentía hasta este lado del mundo.

Frente a la pantalla, sabíamos que no era una competencia cualquiera. Cada disparo de Pierre llevaba años de entrenamiento, el legado de su familia, el peso de representar a todo un país… y también, esperanza. Y entonces lo logró: medalla de bronce para Guatemala. El segundo podio olímpico en nuestra historia, después de la plata de Erick Barrondo en Londres 2012.

Pero más allá del resultado, lo que siempre me ha inspirado de Jean Pierre es su forma de ser. Su disciplina incansable, su respeto por el deporte y su calidad humana. Es un hombre que representa con orgullo y humildad, tanto en la línea de tiro como fuera de ella.

Ese 30 de julio de 2024, Guatemala ganó mucho más que una medalla: ganó un ejemplo de vida, un mensaje poderoso sobre lo que se logra con constancia, pasión y fe. Desde León, con el corazón lleno, entendí que cuando se cree, se trabaja y se sueña… lo imposible se vuelve posible.
Gracias, Jean Pierre. Tu hazaña vive en la memoria del país, y tu nombre ya está grabado para siempre en la historia del deporte guatemalteco.








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