En Las Vegas, bajo las luces del Allegiant Stadium, Lester Normandy Martínez Tut volvió a recordarnos que no está muerto quien pelea.

El empate ante el francés Christian M’billi no solo mantuvo su récord invicto (19 victorias, cero derrotas y un empate), sino que confirmó que el oriundo de Petén está hecho de la fibra de los grandes.

Fue un combate intenso, golpe por golpe, con técnica impecable y corazón inquebrantable. Para muchos expertos, una de las mejores peleas del año. Pero más allá del resultado, lo que vimos sobre el ring fue la historia de su vida: un niño que, con apenas 12 o 13 años, dejó su natal Petén para entrenar en Izabal con un sueño enorme entre las manos.

Lester siempre vino de atrás, jamás bajó los brazos, ni siquiera cuando parecía que la lona era el destino inevitable. Lo he entrevistado desde que tenía 16 o 17 años, y en él nunca encontré quejas: solo optimismo y hambre de superación.

Cuando dejó el boxeo amateur para lanzarse al profesionalismo, muchos dudaron. Hoy, él responde con hechos, demostrando ante el mundo que Guatemala tiene un campeón que inspira.

Gracias, Lester, por recordarnos que los sueños se defienden con disciplina, coraje y fe. Por levantar el nombre de Guatemala y, sobre todo, por ser un ejemplo que motiva a millones a no rendirse jamás.

Foto: Cortesía.

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